lunes, 8 de diciembre de 2008

La Primera Vez

Una virgen atemorizada se desnuda por primera vez ante los ojos de su cazador hambriento, inquietante olor el de ese cuarto oscuro, huele a cigarro, a cerveza y a profanación.

Cayó la última prenda al suelo, él la veía tendido en la cama, listo, expectante, ella se acercó y él notó el temblor en sus manos que sujetó con rapidez y acomodó en su miembro.

Ella tenía los ojos grandes pero los abrió un poco más, en ellos se leía el miedo, no solo del dolor físico que aquella bestia encendida podría causarle, temía el dolor en su corazón.

Él la tomó del cuello y la besó, se abrazaron, se acariciaron, el miedo poco a poco iba cediendo, tal vez hoy pudiera escribir una carta de amor con un cuento breve, con un hombre y una mujer que se amarían al mismo ritmo.

De pronto todo se detuvo, los grandes ojos lo vieron: era momento de hacer lo que habían venido a hacer.

Una pregunta y el dolor de la penetración la hicieron cerrar los ojos y ahogar un grito: ¿Será él el indicado?

Demasiado tarde para dudar y no pudo hablar porque cayeron unos labios sobre los suyos, no solo era el cuerpo lo que tenía desnudo esa joven mujer, tenía desnuda el alma entera.

No se había equivocado, ese hombre era una bestia: el tamaño de su cuerpo, su piel morena, sus negros cabellos, su peso, su agitada respiración y los gemidos que se le escapaban provocaban en ella sentimientos ambivalentes: cierto placer y pánico.

Ella no sabía ni qué sentir, pero si él era bueno en algo era en el sexo, le besó las orejas, le mordió el lóbulo, le besó el cuello, le acarició los senos. No descansó hasta que ella, por primera vez, temblara entre sus brazos de puro placer.

Acabó con un suspiro y se movió para dejarla respirar, miró su rostro, era perplejo, los grandes ojos miraban el techo como si leyeran una noticia de último momento pintada ahí.

Los grandes ojos se cerraron para tratar de comprender lo que había pasado, él encendió un cigarro y se dirigió al baño.

De pronto todo se enfrío, el sudor que cubría su femenino cuerpo se heló.

Le hubiera gustado que le preguntara cómo estaba, cómo se sentía, o que solamente la abrazara en silencio y se pusiera a ver el techo con ella, como si la amara de verdad.

Se cubrió hasta el cuello con las sábanas que estaban más frías aún, siguió mirando el techo, él salió del baño, no la miró…
Se empezó a vestir, primero los bóxers, luego las calcetas, los jeans, la camisa, antes de ponerse las botas, se sentó junto a ella en la fría cama, le acarició la frente: “No seas dramática, ni que te hubiera hecho daño, tengo que irme, si quieres quedarte a dormir tú sabrás, si no, me cierras bien la puerta, si me roban te voy a culpar a ti. Cuídate mi niña, nos vemos luego".

Los grandes ojos lo vieron salir del cuartucho.

Los grandes ojos no supieron porqué llorar.

4 comentarios:

Carlos Gregorio dijo...

Trascendental pregunta ¿Por qué se va él y no ella?

Glitterbird dijo...

ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh


me llena de coraje...

Sugar Kane dijo...

Ella no se va porque se queda esperando un abrazo o algo que no la haga sentir tan usada... solo por eso.

little lost girl dijo...

mi primera vez fue igual niña ! es lokisimo q nos haya pasado lo mismo!
jamas lo podria haberlo expresado mejor


un relato tan fienl como genial y triste

visitame besos!