viernes, 27 de abril de 2012

A veces es complicado aceptar la realidad, aceptar, por ejemplo, que solo fuiste una aventura de verano y no tanto como un cariño. Sin embargo lo acepto y lo agradezco, porque con tu breve trato, me di ayudaste a darme cuenta de muchas cosas sobre mi personalidad y mis problemas actuales.

Gracias por todo.

Adiós.

De amantes y de dolores. Pt. IV

--El cansancio--

Dolores regresa del trabajo, enciende la ducha y se desnuda lentamente, el espejo le regresa la imagen de una mujer de senos pequeños y caídos, que empieza a acumular más grasa de la que resultaría estética en las caderas, el rostro está demacrado, los ojos marchitos, la piel reseca y Dolores se pregunta ¿dónde quedó la mujer brillante, atractiva? La que en algún momento fuera la perdición de un hombre comprometido. Hace memoria, pero no encuentra el momento en que se perdió.

El cansancio los invade, esta vez no es el cansancio de haberse amado con pasión, han perdido los días en que hacían el amor, es el cansancio de los reclamos, de la desesperación. Ninguno ha sido perfecto y eso lo saben de sobra, pero es complicado decir adiós. Dolores se ha perdido entre el rencor y ese lugar prohibido que ocupa por gusto en su vida, su rostro sigue siendo el de una joven hermosa, pero debajo de los senos, muy adentro del corazón, algo falta. El hueco de la dignidad que perdió al suplicar ser querida es un agujero de ratas que no ha podido volver a llenar, que crece como un veneno en su interior haciéndola sentir miserable, una mujer poco especial. Él la quiere y verla así lo lastima, pero no encuentra cómo sacarla de ese estado de depresión y regresa fastidiado. Ella por su parte, va cambiando el amor por el odio y el arrepentimiento de haberse entregado gustosa a un deseo tan absurdo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

De Amantes y Dolores. Pt. III

---La tormenta---

La locura del cuerpo poseído, la rutina de los amantes que se conocen de hace tiempo, Dolores de espaldas, contra la pared, su amante embriagado por sus gemidos y sus formas, sabe perfectamente a qué ritmo debe moverse y en qué parte ha de morderla para hacerla gritar como una loca, no pierde tiempo y lo hace, jala su cabello con fuerza y los ojos de Dolores se invaden por una luz blanca, la luz inequívoca del máximo placer. Ese juego de poder es su perdición, juegan a la víctima y al domador, aquí nadie pierde, al contrario, ambos disfrutan de darse y recibirse.
Mirarse reflejados en aquel tremendo espejo, ahora brincando hacia la cama sin perder un solo momento. El cansancio no importa, todo es mental asegura él, y de los labios de Dolores, en medio de gritos, escapa la temida frase que perturba a su interlocutor: te amo.
Se detienen por un instante y él mira el rostro sudoroso con ojos como platos, puede ver su miedo, la pena de ser descubierta, en él es difícil leer las miradas, pero dentro de su mente se pregunta por qué no puede entregarse de igual forma. Aquello no es recíproco.
Aquel orgasmo es serio, casi comprometido. En silencio se visten despacio sin mirarse, de repente un pudor los invade, se notan serenos pero por dentro sus mentes no dejan de trabajar. El amor se les atravesó entre las piernas y entre responsabilidades y defectos, se avecina una fuerte tormenta.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Brindo - Devendra Banhart




Esto es puro erotismo. Need some in my life.

De Amantes y Dolores. Pt. II

---La Atracción---

Es un cuarto de hotel, un hotel lujoso y de sofisticada decoración. Dolores utiliza un vestido gris oscuro con un cinturón que resalta su cintura, es un adulto joven que no pasa de los 25 años, sus largas piernas se ven favorecidas con unos tacones negros muy altos, lleva su larga cabellera lacia suelta. En la habitación hay un hombre, la acompaña su amante, ella se asoma del baño y lo contempla: está mirando fijamente el paisaje que se observa desde la ventana del séptimo piso de aquel hotel, ¿qué estará pensando. Dolores se sonríe al verlo, lleva un saco gris oscuro, camisa blanca y pantalones de mezclilla, un aspecto más juvenil para su joven amante, no es el típico traje con corbata que un hombre de 40 años utiliza en la oficina. Él parece sentir la mirada clava en su espalda y se voltea, sus ojos encuentran el rostro bien maquillado que no puede ocultar el amor y satisfacción. Los dos saben que se aman y que lo que sienten es una tremenda felicidad de estar ahí, de poder entregarse totalmente, dejando los temores en la puerta para dedicarse a disfrutar de su compañía dentro de esas cuatro paredes. Al ritmo de un bossa tranquilo, Dolores se acerca a su amante, del cual no ha despegado los ojos, le echa los brazos al cuello, él la toma por la cintura y se besan con la pasión de dos personas cuyo mayor deseo, es poseer al otro.

sábado, 30 de julio de 2011

De Amantes y Dolores. Pt. I

---No somos solo dos---


La besa como nunca la han besado, con una mezcla de cariño, deseo y perversión.
La toma en sus brazos y la hace suya hasta el cansancio, ella mueve el aire con sus gemidos que se desbocan en gritos de placer y dolor. Es la escena más hermosa que mis ojos hayan visto jamás: dos seres perfectos entregados al puro instinto.
Ella no solo le entrega su cuerpo, le entrega el alma junto con los movimientos de su cadera, llora, pide más, un más que no llega, que se queda en una dolorosa petición.
Él la arropa como a un bebé, le besa la frente y sale para llegar a tiempo a su hogar, donde su esposa lo recibe con cara larga y le reclama el cansancio de cuidar a los hijos. Él la ignora, la abraza y se acuestan para dormir, a pesar de todo la abraza, porque de otra forma no puede conciliar el sueño. Esa es su vida feliz.
Dolores se queda quieta mientras el cuerpo se le entume lentamente, mirando el cielo desde la ventana abierta, mirando el desfile de recuerdos pasar, sintiendo cómo las sábanas se enfrían poco a poco, cubriéndose con la ausencia de su imposible amante.

viernes, 25 de febrero de 2011

And you comming back to me, it's against all odds


So take a look at me now,
there's just an empty space
and there's nothing left here to remind me
just the memory of your face