Atracción

Entró a la alcoba, el aroma del incienso era intenso, solo una pequeña lamparita de buró iluminaba la habitación de tablas de madera, Rafaela encendió 3 gruesas velas y puso a andar el reproductor de música, un suave tango comenzó a sonar, una música tranquila pero cargada de sensualidad.

-¿Qué estamos celebrando?- preguntó Ignacio

-Nada, solo quiero hacerte el amor…

Ignacio sentía que era el hombre más afortunado del mundo a veces, esta era una de esas ocasiones…
Rafaela se acercó a él y lo tomó del cuello, antes de besarlo contempló sus labios, amaba la forma de sus labios, carnosos pero no muy grandes, perfectos, bajó las manos para acariciarle los hombros bien firmes, lo brazos velludos, hasta entrelazar las manos como novios adolescentes… levantó los ojos y vio aquellos hermosos ojos castaños viéndola, en ellos veía muchas señales, pero nunca fue buena descifrando, así que solamente lo besó con ternura, luego con pasión.