viernes, 19 de septiembre de 2008

Dhaniel

No sé si fue la tristeza o las puras ganas de amar, me han dicho que de las pasiones pasadas se sacan los mejores amigos, pero yo creo que los amigos se conocen mejor en la cama.
Me han llamado intensa por no controlar mi líbido, no me interesa su control, es mucho más productivo cuando él me controla a mí.
Es algo que siento en las manos, en las ganas de besar, en las piernas delgadas, en el estómago un espiral.
Tenía años sin verlo, más de dos, manos delgadas, dedos acostumbrados a la guitarra, ojos grandes, nariz grande, estaba más flaco que nunca, eran los cambios alimenticios, pero nunca logró dejar el vicio por el humo.
Verdadera casualidad, comenta que no me reconoce, que estoy más delgada y alta, que el bronceado me favorece y que mi mirada no es igual, de hecho las cosas ya no las veo igual.
Le pregunto si le agrada mi cabello rojo, dice que sí, pero son sus ojos grandes los que no mienten, los que hablan sin hablar, me invaden las ganas de tenerlo ya, de todas formas yo estaba en la capital solo por ese día, mañana regresaría a donde no lo vería más, “Vamos a cenar”.
Dhaniel, ojos grandes, mi cena serán sus labios y su voz, el deseo de ser su guitarra por unas horas, de sentir los dedos largos por mi teñido cabello.
Dos ensaladas para el vegetariano y la pelirroja, Dhaniel debe leer el deseo en mis ojos verdes por que sigue mi juego a la perfección: la charla trillada, los martinis en la barra, una mano sobre su huesuda pierna, un secreto al oído.
¡Taxi para dos! Llévenos a mi hotel o a cualquier lugar para hacer el amor.
Desde que estudiaba en la preparatoria no me comía a besos en un coche de sitio, aunque me tuerza la espalda con mi extraña postura en el asiento, sígueme besando.
Es una locura, una bendición, contra la pared del pasillo lleno de puertas de cuartos, la temperatura no puede subir más, el deseo concretado en una maraña de sensaciones. Más…
Dentro de la habitación la ropa estorba demasiado, desnudar con rapidez y sin mirar atrás, rápido, sin pensarlo, sin meditarlo ya, en el piso, en la cama, qué importa… Mío por un momento, un momento que se siente como la eternidad.
Ojos grandes, mírame antes de que se acabe, escúchame decir lo que no repetiré. Dhaniel, si fueras un campo, me perdería en tus fresas, si fueras una sola frutilla, te acabaría a besos.
Dhaniel, pídeme que me quede aquí… soy una guitarra, tu un guitarrista, haz conmigo una melodía, escribe en mi piel una canción de amor, tócame con dulzura, tócame con pasión…
Esta noche lo que quieras soy, lo que quieras te doy, esta líbido todo lo controla, todo lo envuelve en amor.
Prende un cigarro, sécame el sudor.
Dhaniel, eres mi noche, yo soy tu trovador.
Dichosa casualidad habernos visto, haber comprobado lo buen amigo que eres, tan buen amigo que me dan ganas de volver a ser tu canción…

3 comentarios:

Carlos Gregorio dijo...

Me creo imaginar muchas canciones, aunque nos podamos perder en un repertorio tan grande de amantes, nos gusta repetir y repetir, hasta hacer sangrar a las lágrimas una misma canción.

Esa canción que te sabe a fresas.

A mí un poco más amargo.

Un beso y abrazo.

Sugar Kane dijo...

por qué el sabor amargo Goyette?
Fresas para ti.

Catriela Soleri dijo...

Hey genial!