jueves, 9 de octubre de 2008

Morfina Roja

Si fresas me da la vida, solo me queda comer mermelada...
Si paso los días en campos de fresas, sacúdeme con el narcótico humo del amor.
Cálmame, antes de que el crepúsculo me deje ciega, y la luna no brille porque no hay corazones.
Cuando el amor se viste de rojo, los gitanos juegan a bailar y me hago invisible en la biblioteca.
No me vas a querer cuando me veas la sangre azul y la piel dorada, o solo notes el tatuaje de OM en mi nuca.
Ese cabello no es mío, ni esa pulsera de caracolas, será de otra, así como tu corazón.
Escríbeme un cuento en el que sea princesa, una muy tonta, una muy fea, sin príncipe, ni razón.
Empuña tu pluma y conviérteme, porque podría ser tuya si lo quisieras, solo debes gritar: ¡Morfina Roja! Para experimentar una sobredosis de amor que en las noches ya no te dejaría dormir. Luego el amor se siente como un problema digestivo y solo queda vomitarlo todo, sentimiento a sentimiento, pasión a pasión. Hasta librarse de la vasca y buscar una presa más eficiente, que no juzgue ni haga escenas.
Espero que no me consuma un bombazo mientras me pruebo un chuyo, porque me falta salir al mundo con una mochila en el hombro y un puño de fresas rojas en la mano.

1 comentario:

paciente de turno dijo...

salu2!

Gracias por tu visita y por tus comentarios. En bocadillos de espuma Payaso Pez siempre se siente mejor cuando alguien está de acuerdo con algo que dijo, aunque sólo sea durante un breve suspiro de la eternidad del ciberespacio.