miércoles, 24 de junio de 2009

Algunas personas no pueden amar, otras no deberíamos hacerlo

Érase una vez en un país cercano, de cálidas tierras y dificultades económicas, un apuesto joven de negros cabellos y ojos de árabe que tenía una maldición, un buen día al despertar se percató que su alma, durante la noche, se había podrido, a causa de esta situación estaba imposibilitado para amar a alguna mujer, así que decidió vivir solo, e iba a los bares solo, al cine solo, de compras solo, no tenía la necesidad de una mano a la cual aferrarse, ni de escuchar palabras de amor, ni de extrañar a nadie. La música sentimental lo asqueaba y el corazón solo era un órgano que le daba vida, no era algo que lo hiciera sentir absolutamente nada.
Una noche en aquel país cercano, una joven de frágil figura y emociones fuertes se enamoró de él, fue muy rápido, quedó encantada con sus negros cabellos y con su perfil gallardo, con sus hombros fuertes y con sus labios claros, ella sabía el riesgo que era enamorarse de él, pero sentía que tenía todas las potencialidades para arrancarle más que un beso. El joven se percató del amor de la linda joven, y decidió que sería agradable pasar tiempo juntos, de todas formas él quería sexo y ella quería amor, sonaba a un bue intercambio por algún tiempo.
La joven se esforzaba día tras día por agradar al joven, por cuidarlo y amarlo como si fuera el único, el mejor hombre del mundo, él a cambio le devolvía una sonrisa, un te quiero trillado y noches de ardiente pasión que los dejaban extenuados.
Pero los meses pasaban y el alma del joven seguía muerta, insensible a las caricias de las pequeñas manos de la joven, a los cuidados y a los mimos que recibía como solo un sultán es capaz de recibir. La joven poco a poco fue deprimiéndose, fue dudando de su capacidad para provocar amor, fue dudando si era bonita, si era atractiva, si era tan interesante e inteligente como ella pensaba que lo era. Sus frágiles ojos se fueron llenando de lluvia, hasta que llegó el tiempo en que lloraba diario, desesperanzada fue perdiendo la fe de hacer amar al joven de alma podrida y muy tarde comprendió que algunas personas simplemente no pueden amar y que otras no deberíamos hacerlo…